El Paseante
nº 3
nº 3
25 de Abril de 2012
Es de noche y “El Paseante” aprovecha para recorrer las calles de la ciudad. Tranquilo y despreocupado, con la seriedad que le caracteriza, ve cómo llegan algunos del trabajo, conduciendo sus coches a las zonas de aparcamiento o a cocheras propias.
Hay que dejar que las máquinas también descansen.
Tres hombres se despiden en una esquina. Uno toma el camino de la derecha; otro cruza a la acera de enfrente y se aleja de los otros dos; el tercero hace una llamada, intercambia unas palabras y, después de guardar el teléfono, camina en dirección a “El Paseante”.
Al pasar a su lado intenta disimular que lo está observando y juzgando. Acelera el paso creyendo que “El Paseante” no se ha dado cuenta. Pero “El Paseante” se entera de todo, es un observador nato que sabe incluso secretos que nadie ha contado.
Al llegar a la esquina ve a su izquierda, a unos veinte metros de distancia, un hombre que está amenazando a una mujer. “Otra vida que salvar”, piensa “El Paseante” mientras se dirige hacia ellos.
- ¡Dame lo que llevas, rápido!
- ¡Socorro, que alguien me ayude!
- ¡Cállate!
Al son del grito, el hombre abofetea a la mujer dos veces. Al alzar la mano por tercera vez, “El Paseante” le coge la muñeca y lleva el brazo del hombre hacia atrás, provocando que se retuerza, momentáneamente, de dolor.
- ¡Suéltame, cabrón!
- Vigila tus palabras… y tus actos.
La voz de “El Paseante” no muestra más que un serio registro de voz, autoritario y firme.
- ¡Te arrepentirás…!
- Tú sí que debes arrepentirte…
Un sonido seco que rompe el resto del silencio de la calle no le deja acabar la frase.
“El Paseante” suelta la mano derecha del hombre y ve que en la izquierda sostiene una pistola.
La mujer profiere un chillido y los tres ven cómo sale sangre del agujero en el pecho que tiene “El Paseante”…