Últimos Pensamientos
La entrevista
25 de Julio de 2014
El día amanece soleado, a pesar de las predicciones de lluvia del día anterior. Marcos se levanta y se despereza mientras va a la cocina a preparar el desayuno. Mira hacia la terraza y ve dos pajaritos revoloteando alegres alrededor de las plantas que, orgulloso, mantiene floridas. Después de desayunar se asea escrupulosamente, recortándose la barba para estar presentable. Hoy es el día que conseguirá el trabajo, seguro.
Viste el traje que antaño le sirvió para desarrollar su carrera, antes de la quiebra de la compañía. Cree que es la mejor ropa que ha llevado nunca y piensa que le traerá suerte. Coge una carpeta donde guarda los documentos que cree necesarios para la entrevista y sale del apartamento, no sin antes cerrar bien con llave. Últimamente hay muchos robos en el barrio.
Al salir del portal aprovecha para pararse un momento a comprar el diario en el quiosco que hay enfrente. Después de pagarlo se dirige hacia la parada del autobús mientras guarda el diario dentro de la carpeta. Mientras espera al autobús aprovecha para enviar un mensaje de texto con su anticuado teléfono móvil. En cuanto consiga el trabajo se comprará uno nuevo, con la última tecnología. Y la carcasa del color de la esperanza.
Llega el autobús. Deja subir a dos señoras antes de entrar y, después de pagar el billete, se dirige hacia el fondo. El recorrido no es largo, apenas quince minutos, pero lo suficientemente cansado como para realizarlo a pie. Eso le hubiera provocado grandes gotas de sudor y, posiblemente, unas indeseables manchas en su camisa.
Llega a su destino y baja del autobús. Le espera caminar por un sendero entre dos grandes almacenes. El de la izquierda es inmenso y brilla con varios colores al sol. El de la derecha está en obras. Tras el colorido almacén se alza un pequeño edificio de cinco plantas, con un cartel bien grande en la azotea anunciando el nombre de la empresa. Allí es donde tendrá lugar su entrevista de trabajo.
En la obra, grandes máquinas están trabajando provocando un ruido ensordecedor, a la par que ocasionan continuas corrientes de polvo. Marcos frunce el ceño maldiciendo su mala suerte. El traje se va tiñendo de polvo, poco a poco, emblanqueciendo el azul oscuro de la tela, ensuciando su perfecta presentación.
Llegando al final del camino una imponente grúa está maniobrando con enormes vigas de hormigón. El capataz da órdenes a diestra y siniestra, sin descanso y sin dejar de vigilar al operario de la grúa, controlando que todo sea seguro y se haga el trabajo correctamente. Al girar la cabeza para increpar a un ayudante que, torpemente, deja caer al suelo valioso material, no se da cuenta de la paloma que vuela en dirección a la cabina de la grúa. El trabajador se espanta ante la visión del ave que se estampa frente a él, en el cristal, e, involuntariamente, roza una de las palancas y la grúa se desestabiliza, provocando que las vigas se tambaleen en el aire.
Marcos se detiene un momento al oír los gritos provenientes de la zona de obra. Apenas le da tiempo a mirar hacia arriba, donde están las vigas de hormigón, antes de que una de ellas le aplaste con todo su peso, levantando una enorme nube de polvo y tierra y destrozando el muro protector de la zona de obras.
Los obreros corren en dirección a la viga caída acompañados de las maldiciones que profiere el capataz. Uno se sube a la cabina de una pequeña grúa que utilizan para alzar grandes pesos desde el suelo y la conduce hasta la viga. Allí ya han empezado a quitar tierra de debajo de la viga a fin de crear pequeños conductos subterráneos por donde pasar los cables que volverán a subirla.
Desde las ventanas del pequeño edificio del fondo se ve un inusual movimiento de personas, avisadas por el estruendo acaecido, curiosas por saber qué ha pasado. Tras una de las ventanas más grandes de la última planta, dos hombres con oscuros trajes y una mujer de gesto serio y fría mirada observan el ir y venir de los obreros sin saber qué se están gritando.
Detrás de ellos hay una mesa redonda, con varias sillas a su alrededor y con algunos papeles entorno a tres sillas. La mayoría lleva un membrete de la empresa y algunos están firmados, seguramente, por una de esas tres personas. El que se encuentra encima de todos ellos, con algunos garabatos trazados, es el curriculum de Marcos.
Uno de esos garabatos dice:
“ACEPTADO”