Corullón
20 de Enero de 2015
Bajando desde el
mirador de Corullón, lugar que ofrece unas estupendas vistas de la región, hace su camino por una carretera descendente y sinuosa donde hay que ir con cuidado, pues su estrechez no permite ni un descuido.
Cuando ha bajado una altitud considerable, desciende por un camino a su derecha, entre dos casas que le saludan y que le lleva, sin pretenderlo, a descubrir el remanso de paz que es
Corullón.
Un lugar donde el pasado y el presente conviven con elegante armonía, donde las casas antiguas han sido restauradas o bien mantenidas con su aspecto de siempre, calles que suben y bajan por el monte, casas unifamiliares con sus patios traseros y sus huertos y donde la sencillez de sus hogares se convierte en la elegancia del lugar.
Incluso hay variedad cultural pues varias casas encaladas recuerdan las villas andaluzas en su hora de la siesta, blancas, tranquilas y silenciosas.
A lo alto en el monte, firme y vigoroso, vigila la villa lo que queda del
Castillo, antigua morada de la
familia Rodríguez de Valcarce, del
conde de Lemos y del
marqués de Villafranca, ahora sólo una torre y sin poder verla más que de lejos.
Tras deambular y perderse en las tranquilas calles del lugar, llega a la
plaza del Ayuntamiento, donde un reloj en una torre le indica que es hora de continuar el camino.
Dejando a su izquierda la
residencia, sigue su descenso hacia la derecha, saludando a las casas que rodean el camino y, dirigiéndose a
Villafranca del Bierzo, sale, con el corazón más alegre, de
Corullón.
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