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lunes, 10 de septiembre de 2012

Fue bonito mientras duró... (I)



Estoy enamorado.

Y por eso quiero compartir con vosotros esta bonita historia de amor.

Todo empezó hace unos meses, cuando los trabajadores de las cajas vienen a comer al mediodía. Como los Jueves se quedan por la tarde, pues aprovechan para venir.

Ella me caló hondo desde el principio, con su risueña sonrisa. El resto de compañeros ya los conocía de antes.

Ella es pequeña y delgada, parece una frágil criatura a quien hay que mimar constantemente. No me enamoré de ella sino de su fragilidad, de su pequeñez. Deseaba todas las noches poder abrazarla y poder cuidarla, mimarla y hacerla feliz.

Todos los Jueves la veía, con sus ojitos graciosos y su sonrisa de niña. Todos los Jueves aprovechaba cualquier excusa para dirigirle una mirada, una palabra y ser correspondido. Todos los Jueves deseaba decirle que necesitaba de su aliento para continuar viviendo.

Pero todo lo que tiene un principio llega a su fin.

Llegó la temporada de verano y con ella el último Jueves de Abril. El último día que la puedo ver, las últimas palabras que nos podemos intercambiar, las últimas miradas.

Al marchar ella, una sombra de tristeza inunda mi rostro. Como siempre, el último comentario ingenioso del momento para que me ofrezca la mejor de sus sonrisas, para que me deleite con su alegría.

Nos despedimos ya hasta pasado el verano y continúo trabajando, no sin sentirme como mi amigo Juáncar (en "Rompecorazones, próximamente), apenado y apesadumbrado; no he tenido el valor de decirle nada.

Pasan los días y mantengo en el umbral del olvido las esperanzas e ilusiones, negándome a ser feliz por no haber conseguido vencerme a mí mismo y haber pronunciado aquellas palabras.

Pero mi sorpresa fue mayúscula cuando, días después, la vi entrar de nuevo, sin ser Jueves, sin ser día laborable. Allí estaba ella, con su moreno pelo suelto y su agradable sonrisa en su bello rostro.

Quería hablar conmigo cuando tuviera unos minutos para ella.

¡Al diablo con el trabajo y me quedo con ella la eternidad! Pero no era posible así que le dije que me quedaba poco más de media hora para salir a descansar y ella, con muestras de agradable aceptación, se esperó tomándose un café ...


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