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viernes, 15 de febrero de 2013

El Secreto nº 11


Capítulo 11
15 de Febrero de 2013

Soledad, oscuridad, silencio.
Qué extraño sueño estoy teniendo, no puedo hablar, ver ni moverme.
Espera, estoy atado. ¿Qué pasa aquí?

- ¿Hola?
El sonido de mi voz suena dentro de mí, ecos ininteligibles se desvanecen allá donde esté.

- ¿Hay alguien ahí?
Ahora puedo hablar pero sigo sin ver nada. Además, estoy atado a un taburete o una silla sin apenas respaldo y noto cómo me duele la cara, nótola viscosa, sudorosa, como si algo fuera goteando poco a poco.

- Bienvenido.
- ¿Quién habla?
- Tranquilo, puedo ayudarte.
- ¿Quién eres?
- Sólo soy alguien que puede darte la salvación.
- ¿La salvación de qué?
- De tus pecados.
Dicho esto noto cómo algo duro golpea mi espalda, dañándola y sacándome un grito.

- ¿Te vas a arrepentir?
Otro golpe, esta vez más fuerte, hace que sienta partes de mi espalda que desconocía.

- ¿O prefieres arder en el infierno?
Dolor, más dolor, infinito dolor. Siento como si las vértebras se separaran con este nuevo golpe, un punzante escalofrío que recorre todo mi cuerpo.

- ¡Estás loco!
-acierto a decir.
- ¿Loco? Para nada. Sé muy bien lo que estoy haciendo.
Le oigo detrás de mí y noto un tono burlón en sus palabras.

- ¿Qué quieres de mí?
- Ya te lo he dicho, que te arrepientas ...
Un latigazo cortante en todo el ancho de mi espalda.

- ... o que ardas en el infierno.
Al oír estas palabras veo que aparece, delante mío, una especie de hoguera con tan llameante luz que me deja casi ciego. Cuesta enfocar la vista, el calor se nota desde el primer segundo, escucho una risa detrás mío.

- Tú eliges, tuya es la decisión.
Miro hacia el suelo y veo un rastro de sangre, debajo de mí. Veo mi camisa roja y no es un efecto de las llamas: es sangre. Mi propia sangre.

- ¡Haré lo que quieras pero déjame vivir!
- Creo que es imposible, has de purificar tus pecados.
- ¡Pero, ¿qué he hecho yo?!
- Mataste a un hombre.
Qué extraño, ¿cómo puede saberlo? ¿Quién es este loco?

- Hiciste algo abominable y has de pagar por ello.
¿Por qué será que esta voz me resulta familiar? Intento recordar pero el calor del fuego me está provocando mareos, sudores, creo que he perdido bastante sangre y no tengo fuerzas para intentar desatarme.

- Dicen que la venganza es un plato que se sirve en frío ...
¡Oh, Dios mío, me va a matar!

- ... pero yo prefiero que mueras ardiendo, Juan.
- ¡Socorro!


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