Toda su vida amorosa giraba entorno a las excusas. Había oído infinidad de ellas y prácticamente se las sabía todas.
"
Me gustas como amigo" era la más tierna de todas, con ella conseguían decirle que no lo querían tener cerca suyo.
Al principio le costaba comprender que no quisieran salir con él, que prefirieran ser "
amigos" y después si te he visto no me acuerdo. A la tercera vez ya adivinó el complejo significado de dicha frase.
Otra frase que no entendía bien era "
Es que tengo novio". Vale. "
¿Y si no tuvieras novio?" preguntó un día a una de ellas. "
No lo sé", le respondió. Es decir, que vaya suerte tenían esas chicas de tener novio, así no necesitaban buscar excusa alguna.
Paco continuó en su empeño por salir con alguna chica y se fue encontrando clásicos del tipo: "
Mi madre no me deja salir", "
Los fines de semana me voy fuera" o "
Yo no salgo, me quedo en casa para estudiar".
También reconoció que existen excusas sinceras. La más representativa era "
Casi no nos conocemos". Y cuánta razón tenían, no las conocía a ellas, ni ellas a él.
Paco siguió insistiendo, tanto, que hasta a su amor platónico de entonces le pidió para salir ... ¡7 veces! ... ¡¡en 7 meses!! ... Ella era de lo más esquiva posible: "
Ya he quedado".
La última vez que lo intentó, la excusa cambió: "
Me estoy lavando el pelo" ... ¿y cómo podía estar lavándose el pelo y contestar al teléfono? ... bueno, vale, iba a lavarse el pelo después de colgar ... Eso no desanimó a Paco, que la llamó dos horas después y escuchó: "
Me estoy lavando el pelo" ...
Ahí fue cuando se dio cuenta que a esa chica no le gustaba ni su voz. Pero tampoco se desanimó ... sólo tuvo su primer bajón "
amoroso". De ahí en adelante conservaría las excusas ya oídas e intentaría relacionarlas con sus futuras víctimas (como comenzó a llamarlas).
Empezó a salir de discotecas y comenzaron de nuevo las excusas; éstas, más renovadas: "
No me gusta bailar", "
Sólo vengo de acompañante", "
Mi novio es ése de ahí", "
¡Ja!" ... en las discotecas, con poca luz y seguían rechazándole.
Pasó el tiempo y se dedicó a agasajarlas con poesías escritas por él y comenzó a recibir frases bonitas (algo que no había oído antes) como "
Qué bien escribes", "
Es un detalle de tu parte", "
Me ha encantado" o "
Eres un chico muy majo" pero, aparte de eso, las negativas volvían a repetirse.
Pasaban los años y pudo, al fin, salir con alguna que otra chica: la amiga de una, la hermana de un amigo, una amiga de la primera, una chica por correspondencia, una chica ligera de cascos y otra chica por correspondencia. Seis rolletes, cada cual con su historia, que poco duraron.
Entonces llegó Internet a su vida y, con ello, la posibilidad de conseguir algo ... una chica con la que estuvo tres años, dándose cuenta al final que no iban a ninguna parte (como con las anteriores).
Ya con más calma, casi como un juego, continuó con sus pequeños intentos, siendo selectivo y prudente, cosa que no lo fue antes.
Hasta que un día comenzó a entablar una pequeña relación ficticia y virtual con alguien a quien creía especial. Fueron muchos los mensajes, varias las horas que pasaron juntos.
Paco se olvidaba de su mísera vida amorosa para empezar a entregarse a esa chica que le desvelaba el sueño, que le inspiraba tiernas palabras y que le sacaba una sonrisa en sus peores momentos.
Como canta la canción, "
Poco a poco se enamoró de ella".
Un buen día decidió dar un paso adelante y quedó con ella para invitarla al cine, una cena en un buen sitio y luego un poco de baile. Cuando la acompañaba a casa, a altas horas de la madrugada, se declaró ante ella. Ella le miró fijamente y le dijo:
-
Ahora sabes lo que yo sentí por ti hace quince años, cuando nos conocimos por primera vez y fuiste tan amable conmigo para luego olvidarte de mí. Creo que ya has llegado adonde más te dloerá. No voy a volver a verte porque, desde que me dejaste, juré vengarme. Y ahora es el momento: ya no te quiero ver nunca más.
Y, mientras ella se marchaba, Paco permanecía quieto, callado, notando cómo toda su existencia se desvanecía y su pequeño corazón se rompía.