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jueves, 5 de febrero de 2015

Relfexiones y Pensamientos nº 1

Como el éter que acompaña mi más cercano descanso, como el aire que embellece mi mecanismo interno, como el agua que saborean las bellezas marinas, vuelvo a ti.
Sin ruidos y sin anuncios.
Con paso cauteloso y sigilo.
Teniendo en cuenta tu reposo, no lo destorbo.

¿Cómo decir lo que siento si siento tener que decirlo?

5 de Febrero de 2015

Pensando y reflexionando ando, no sin antes haber tomado la decisión correcta. Pero cuánto duele hacer lo debido cuando detrás dejas lo que has vivido.

Vivo en un sinvivir para volver a renacer de mis cenizas cual Fénix moderno que ha superado un ciclo para volver a redundarse por el tiempo infinito.

Duele, sí, duele en demasía. Quizá ese dolor sea el que me dé la fuerza para adelantarme, para cruzar esa línea invisible que sabemos que nos hará más daño; he de ser valiente aunque mi valentía nunca ha sido encontrada; más fácil es esconder la cabeza y dejar que los acontecimientos sigan su curso, su camino.

Mis manos rebosan actividad, provocada por los nervios, sudan como si hubieran hecho los 50 kilómetros de tecleo constante incesante; duelen las yemas (de los dedos), se ajan con el paso del tiempo, con cada roce, con cada caricia; uno solo de tus besos no sería suficiente para paliar el dolor, pero sería placentero recibirlo al compás de un "te deseo".

Siento dentro algo tan fuerte que no hay palabras que lo describan; todo cuanto pudiera decir sería nimiedad absoluta, sería mostrar una uña como si fuera un ser gigante, sería como hablar de la célula refiriéndonos a la grandeza del universo.

Paseo por las nubes de mi inconsciencia al saber que pude haber dado ese paso tiempo atrás; no hay remordimientos ni arrepentimiento, sólo la desazón de saber que, desde entonces, todo tiempo pasado ha sido tiempo perdido.

Con el consuelo de haber encontrado por ese camino almas que han hecho más llevadero mi penoso andar, que han sido alegría en un momento de tristeza, que han sido apoyo al tropezar con un obstáculo, que han sido mano justo después del brazo; consuela saber que siempre puedes soltar unas palabras al viento, sintiendo cómo te responden aunque estén en el otro confín del mundo.

Lloro, mas lágrimas no suelto, no hay pozo en mi interior del cual sacar tan preciado tesoro; al menos, no hay cubo para tal menester. Quizá esté ahí escondido, en un agujero que miedo da descubrir, quizá por la incertidumbre del dolor que puede provocar que sea utilizado.

¿Cómo decir lo que siento si siento tener que decirlo?

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