15 de Septiembre de 2015
- CAPÍTULO VIGÉSIMO PRIMERO -
-1-
Manolo no tenía nada que hacer aquella mañana. Simplemente fue a dar una vuelta y a comprar algo. Se detuvo en aquella tienda donde trabaja Lidia para volverla a ver. No tuvo suerte después de todo. Lidia lo pasó bastante mal y él no supo ayudarla. En casa tomó un bocadillo y se quedó viendo la televisión, hasta que sonó el timbre.
-2-
El teniente Juan se quedó sorprendido al hallarme en su despacho. No tuve más remedio que volcar las cartas sobre la mesa.
- Como sabrás, Juan, gracias a la informática se puede localizar una llamada mediante un registro almacenado en el ordenador central de la ciudad.
- ¿Y esto en qué me concierne?
- Pues no más que a mí. Simplemente accediendo a él pude encontrar los puntos desde donde llamaba nuestro "amigo".
- No lo llames así.
- Bueno, como decía, lo pude localizar. Todos los puntos coinciden con varias cabinas telefónicas que rondan el hospital.
-3-
Leni se encontró buscando los libros para terminar su jornada cuando encontró en la mesa del despacho de su jefe unas anotaciones hechas en papel a mano. Las dejó en un lado de la mesa y continuó su búsqueda. Faltaban unos cuantos miles de pesetas pero era normal. El chico de los recados siempre se quedaba el cambio. Guardó los libros y echó una ojeada a la mesa. Los papeles la llamaban. Pensó que era inocente, tomó los papeles y empezó a leerlos. Pasada la tercera hoja cogió el teléfono...
-4-
Mientras el teniente se quedaba anonadado sonó el teléfono. Acto seguido tomó un papel y un bolígrafo. Apuntó una serie de datos y paró un momento para decirme:
- Prepárese para salir inmediatamente.
Colgó el auricular. Diez minutos después de haber puesto en marcha el coche nos estacionamos en un bloque inmenso de edificios, con una única salida, donde vivía mi doctor favorito.
-5-
Una vez hubo dejado el vaso, Manolo se dirigió a la puerta para abrir. Cuál fue su sorpresa al encontrarnos al teniente y a mí. Sin siquiera perturbarse nos invitó a pasar. Comenzó el teniente, como si fuera el amo, a hacerle preguntas. Yo estaba observando las reacciones de la sala. Cuando comencé a hacerle preguntas se puso algo nervioso, así pues, le pregunté por qué llegó tarde a nuestra cita del sábado en el centro. Repitió la coartada que ya conocíamos pero el teniente se preocupó de verificarla. Súbitamente sonó el teléfono.
-6-
Nacho se percató de lo que en realidad había ocurrido. Descifró la matrícula y el coche que vio y supo a quién pertenecía. Buscó en la agenda que siempre llevaba consigo y encontró el número de teléfono de quien buscaba. Cogió el teléfono y llamó a Sergio para contárselo. No lo encontró así que habló con Jordi. Acto seguido marcó el número de teléfono del doctor Manolo.
-7-
Cuando el teniente cogió el teléfono, a Manolo pareció caérsele el cielo encima. Era Nacho. Se alegró el teniente de hablar con él. Se disculpó de aquella forma tan grotesca que le caracterizaba y le pidió que le contara a él lo que sabía. Después nos dirigimos los tres a la comisaría.
-8-
Euli no se encontraba con ánimos de salir pero, aun así, lo hizo. Se dirigió al café que tenía enfrente y se tomó algo frugal, para engañar el estómago. Dirigiéndose después a la comisaría divisó a lo lejos el coche patrulla del teniente Juan.
-9-
El teniente conducía como un loco por el entramado de calles que se extendía desde una punta a otra de la ciudad. Cuando giramos por la tercera calle del barrio de la comisaría divisé a lo lejos a Euli. Se dirigía a la policía a contar lo que sabía. Cuando bajamos del coche la saludé y entramos los cuatro, no sin que Euli palideciera al ver al cuarto personaje.
-10-
Jordi esperó en la calle hasta que Nacho apareció con el coche. Se subió y le indicó una dirección. Llegados a ésta se bajó. Diez minutos después apareció con Sergio, David y Carlos. Se subieron los cuatro y se dirigieron a la comisaría. Al entrar en la calle vieron el coche patrulla del teniente aparcado delante: todavía estaba caliente.
-11-
Parecía que Manolo no iba a escapar así como así. Después de haber entrado el teniente y Euli conmigo aparecieron cinco personas conocidas, como dispuestas a matar a alguien. Entraban a trompicones y no se dieron cuenta de nuestra presencia hasta que cayeron de bruces al suelo. Sergio, al ver a Manolo, intentó abalanzarse sobre él, fallido intento al ser detenido por David, el cual insultó sobremanera al doctor.