El mechero
25 de Diciembre de 2015
Se enfureció.
Luego le insultó y le dejó.
Por un mechero.
Mas no era un mechero cualquiera, era una reliquia para ella. Fue un regalo hecho por su hermana el día de cumplir la mayoría de edad. Un regalo que apreciaba mucho pues estaba muy unida a ella.
Por el camino pensaba en lo acontecido y se felicitó, ensombreciendo la amistad que les unía, apartando el dolor de su corazón.
Ella le amaba y ahora le odiaba.
Ya en su casa, lloró hasta que se agotó, dejándole unos surcos en su expresión que denotaban una amargura en lo más profundo de su ser.
Cuando salía a la calle, la gente se inquietaba al ver su tez pálida y ella seguía con su calvario interior.
Pasados unos días, recibió sorprendida una llamada. Le llamaba él y, con voz arrepentida, le pidió perdón pero ella, orgullosa, no lo aceptó.
Habló con su hermana y le contó todo acerca de sus sentimientos y ella la aconsejó como mejor pudo...
Luego le insultó y le dejó.
Por un mechero.
Mas no era un mechero cualquiera, era una reliquia para ella. Fue un regalo hecho por su hermana el día de cumplir la mayoría de edad. Un regalo que apreciaba mucho pues estaba muy unida a ella.
Por el camino pensaba en lo acontecido y se felicitó, ensombreciendo la amistad que les unía, apartando el dolor de su corazón.
Ella le amaba y ahora le odiaba.
Ya en su casa, lloró hasta que se agotó, dejándole unos surcos en su expresión que denotaban una amargura en lo más profundo de su ser.
Cuando salía a la calle, la gente se inquietaba al ver su tez pálida y ella seguía con su calvario interior.
Pasados unos días, recibió sorprendida una llamada. Le llamaba él y, con voz arrepentida, le pidió perdón pero ella, orgullosa, no lo aceptó.
Habló con su hermana y le contó todo acerca de sus sentimientos y ella la aconsejó como mejor pudo...
Escrito en Octubre de 1997
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