Publicaciones del blog

Estés donde estés, que te sea fácil acceder al resto de publicaciones mediante el --> Índice <--


lunes, 15 de mayo de 2017

Incierto final nº 18


18- El misterio del túnel

15 de Mayo de 2017


El verano pasado...

El oscuro y misterioso pequeño túnel quedaba frente a los cuatro adolescentes, provocándoles para explorar sus recónditos secretos.

Abel y Jorge hicieron además de adelantarse pero Emilio los frenó:

- Esperad un momento.

Emilio empezó a buscar con la mirada encima del escritorio, pro las estanterías y dentro del armario. No encontrando lo que buscaba dijo:

- Jorge, sube a coger tu linterna.

Jorge se dispuso a subir a toda prisa y casi se frena cuando oyó:

- ¡Y asegúrate de que tenga pilas!

En menos de dos minutos Jorge bajó con la linterna ya encendida y llevaba también unas golosinas en los bolsillos.

- ¡Pero qué diablos...!
- ¡Qué pasa! A mí el misterio me da hambre.
- Y ése es el porqué de que os consideren unos payasos.
- ¡Ey, sin ofender!
- Pues compórtate de una vez.

Un incómodo silencio se formó en el sótano, roto sólo por una leve brisa que venía del túnel.

Rápidamente, Emilio cogió la linterna y, enfocando en el centro del agujero de la pared, se encaminó hacia el mismo, seguido por Carlos, Abel y Jorge, quien masticaba lentamente una barrita de cereales.

El suelo del túnel constaba de unos escalones más bien inclinados que los empujaban a bajar mientras iba girando hacia la derecha, metiéndose dentro de la montaña. Apenas llevaban diez minutos cuando algo deslumbró a Emilio y todos se pararon.

Emilio fue moviendo lentamente la linterna hacia delante y los lados hasta que el destello se repitió y mostró parcialmente un espejo. Se adelantó un poco y la poca luz le dejó ver que entraba en una especie de cueva subterránea. Al mirar a los lados, descubrió un interruptor de luz y, pulsándolo cautelosamente, la cueva se iluminó como por arte de magia. O de ciencia, puesto que estaba mejor equipada que la cabaña que habían dejado atrás.

En el centro estaba el espejo que los había deslumbrado y ocultaba una parte de un gran escritorio. A lo largo de la pared, unas estanterías mantenían bien guardados un gran número de libros y algunos aparatos curiosos. Y en el techo, una enorme lámpara de araña les bañaba en su majestuosa luz del siglo XVIII.

Mientras Carlos, Jorge y Abel se quedaban en la "entrada" de la cueva, Emilio se dirigió al espejo y lo movió hacia la izquierda dejando el escritorio al descubierto. Tras él, una gran butaca de espaldas y sobre él un libro abierto y varios papeles desperdigados.

Emilio dio la vuelta al escritorio y quedó temporalmente parado.

- ¿Qué pasa? ¿Qué hay? -gritaron los demás.

Sin decir nada, Emilio alargó el brazo y, girando la gran butaca, un cadáver encontraron en ella sentado.

No hay comentarios: