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sábado, 15 de abril de 2017

Incierto final nº 17


17- Noche en la cabaña

15 de Abril de 2017


El verano pasado...

El grupo de Carlos destacaba notablemente este año, más por las gamberradas que hacían que por otras razones más nobles.

Una de las noches, llevaron al campamento entero a la montaña, a una zona de cabañas en mitad del bosque. La actividad consistía en pasar la noche en las cabañas, bastante apartadas unas de otras, y preparar una estrategia para, al siguiente día, "colonizar" la cabaña de un rival.

El grupo de Carlos, como siempre, dio la nota disonante durante el pequeño viaje montaña arriba. Tan desbocados estaban que los monitores decidieron atarlos para poder controlarlos.

La noche pasó sin incidentes generales y los monitores pensaron que todo iba sobre ruedas. No hay como la naturaleza para domar un carácter juvenil, aunque fuera casi indomable.

Pero nadie se percató de lo que ocurrió en la cabaña del grupo de Carlos. Concretamente, en el sótano de la misma. Ahí donde se escabulleron Carlos y Emilio, junto con Jorge y Abel.

Nada más bajar, descubrieron que el sótano estaba perfectamente arreglado para ser utilizado como refugio o escondite. Tenía una cama, un armario, una mesa, dos sillas y una pequeña cocina de gas. Unas estanterías revelaban libros por los que habían pasado los años. Y el polvo. Pero el resto estaba pulcramente limpio, como si las estanterías de libros hubieran pasado siglos sin recibir una caricia humana mientras el resto denotara actividad diaria.

No le dieron suma importancia porque, a fin de cuentas, aún no estaban concienciados con el tema de la limpieza. Así que se pusieron a rebuscar en el armario, ancho como si fueran dos, con la esperanza de hallar tesoros. El escritorio tenía varios cajones que rápidamente abrieron, descubriendo papeles y útiles de oficina que bien conocían por la clase de literatura y arte. Sólo uno no pudieron abrir pues estaba cerrado a cal y canto.

Y no había llave alguna para abrirlo.

Pero tanto revolvieron el armario entre Jorge y Abel que, súbitamente, se oyó como un crujido. De un salto se apartaron del armario y los cuatro vieron cómo el mismo se dividía en dos, yendo la parte de la derecha hacia la derecha y mostrando tras de sí un agujero en la pared que mostraba un pequeño túnel, oscuro y misterioso.


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