Publicaciones del blog

Estés donde estés, que te sea fácil acceder al resto de publicaciones mediante el --> Índice <--


martes, 25 de diciembre de 2012

El Paseante nº 11

El Paseante nº11

25 de Diciembre de 2012

 
Las calles están llenas de abrigos, bufandas y guantes, algunos paraguas de gente precavida tocan el suelo a modo de bastón y gorros variopintos cubren algunas cabezas frioleras. “El Paseante” también ha cambiado su chaqueta por una gabardina que bien abriga y una fina bufanda cuelga de su cuello.
Mientras pasea por la ciudad ve cómo los comerciantes cambian sus letreros habituales por otros de colores varios, algunos empiezan a poner luces de colores en sus establecimientos y otros aprovechan el espacio de los escaparates para vestirlos con pesebres y suelos “nevados”.
Al pasar frente a un local donde miles de bolas de colores hacen felices a miles de niños, “El Paseante” oye partes de una conversación.
- … los regalos no están.
- ¿Quién podría…?
- Además… en Navidad.

Los ojos de “El Paseante” miran hacia uno y otro lado y descubre, en una esquina a su izquierda, un trozo de papel dorado, de los que se emplean para envolver regalos. Se dirige hacia allí, gira la esquina y continúa por un callejón que gira hacia la izquierda en forma circular. Antes de llegar al final del callejón, siente un ruido tras una persiana y se acerca a escuchar.
- … es un buen botín.
- Seguro… buena tajada…
- ¡Ja, ja, ja!

El Paseante” recorre con la mirada alrededor de la persiana, buscando una forma silenciosa de entrar. Al mirar hacia arriba descubre que el edificio está sin habitar. Se acerca a la puerta que hay a la derecha y comprueba si está abierta.
Bien.
Empuja la puerta y entra. Sube unos escalones con cuidado de adaptarse a la oscuridad y se mete en una habitación a la izquierda.
Parece un altillo”, piensa “El Paseante”.
Al fondo a su derecha, descubre que no hay pared y que está algo iluminado por la luz de abajo. Se asoma ligeramente y ve a tres hombres con varios sacos grandes llenos de regalos, algunos ya fueron sacados y están abiertos encima de una mesa.
- ¿Cuánto crees que podemos sacar?
- Espero que unos cuantos miles.
- Je, je, feliz Navidad, chicos.
- ¡Feliz Navidad!
–corearon los tres.
Alzan unas copas que bien pueden llevar champagne, brindan con fuerza y beben desesperados. En ese momento, como una pesada sombra, “El Paseante” se lanza desde arriba derribando a los tres personajes. Sin saber cómo ni dónde, alzan puños al aire mientras “El Paseante” los va noqueando a la tenue luz de un candil.
Minutos después, los tres hombres están atados uno junto a otro en la calle, frente a la persiana. Unas sirenas de fondo indican que la policía está en camino y “El Paseante” llega hasta el local de las coloridas bolas con un gran saco a la espalda. Los niños están jugando en el momento en que entra “El Paseante”.
Por primera vez, una sonrisa aflora en su rostro.
Una algarabía de inocentes niños rompe la tranquilidad del lugar, pidiendo a “El Paseante” su regalo y jurando que han sido buenos.
Mientras entrega los regalos, “El Paseante” les sonríe, grita “Ho, ho, ho, feliz Navidad” y les guiña un ojo a través de la espesa barba blanca que se ha puesto y que combina a la perfección con el traje rojo y sus blancos adornos.

... FIN ...

No hay comentarios: