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lunes, 10 de diciembre de 2012
Fue bonito mientras duró... (IV)
... me quedé parado ante tal pregunta. El poco tiempo que debió pasar me pareció, sin embargo, eterno; el silencio, casi agobiante. Yo la estaba mirando a los ojos, que parecían brillar de un modo extraño, como queriendo buscar dentro de mí algo que yo nunca diría.
No sabía qué decir y, menos aún, por dónde empezar. Yo mantenía mi silencio; ella, su mirada. Sus cabellos se mecían por una brisa suave que tardé rato en notar, y parecían tener vida propia.
Sin darme cuenta de lo que pasaba a mi alrededor, me encontré con sus labios que buscaban los míos. No sabía si mi fantasía me estaba jugando otra mala pasada o si era real como la vida misma, así que me dejé llevar y nuestros labios se juntaron casi armoniosamente, los besos fueron largos y pausados.
No pude evitar dejarme llevar por la situación y, acercándome a ella, la estreché entre mis brazos mientras nuestras lenguas seguían intercambiando impresiones. Recorrí su espalda y su cuello con mis manos, siempre con suavidad, olvidándome del resto del mundo. Mesaba sus cabellos entrelazándolos con mis dedos, que buscaban la suavidad de sus mejillas.
Yo ya no podía resistir más sin pegarla totalmente a mi cuerpo y, aprovechando que es más bien pequeña, la alcé momentáneamente con mis brazos y la senté encima de mis piernas.
Ella cogió mi cara con sus pequeñas manos y, entre beso y beso, me acariciaba mis barbudas mejillas y, de vez en cuando, me pasaba la mano detrás de la cabeza y sus dedos se enredaban en mi coleta.
Mi cuerpo ya estaba caliente y qué decir de otras cosas ...
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