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domingo, 20 de enero de 2013

El Viejo Español y La Niña Cubana nº 4


La Decisión


... y la apartó, no con desprecio sino con cariño. Miro fijamente a la niña cubana y le dijo:

- Quiero que vivas.

La niña cubana, al oír estas palabras, mutó su rostro en sorpresa e incertidumbre.

- Pero si ya vivo.


Su voz revelaba que nunca antes se había encontrado en una situación como ésta.

- No,- dijo el viejo español -no vives, malvives. Y yo quiero que vivas, con esa energía que tienes y esa decisión.

La niña cubana no sabía qué decir, se encontraba como en medio de un sueño feliz y una pesadilla. Tenía un repentino miedo de no haberle gustado al viejo español y no poder llevar a casa nada de valor para poder comer. También sentía alegría al ver que alguien se preocupaba de ella más allá de lo puro cotidiano.

- Sé que será difícil -prosiguió el viejo español- pero debes mejorar tu estilo de vida. Aún estás a tiempo de triunfar en esta vida.

La niña cubana seguía sin decir nada, escuchando a ese viejo español que le estaba abriendo los ojos y le estaba dando esperanzas a sus sueños, a una vida mejor.

- Sé que no es gran cosa pero, de momento, tendréis para comer bastantes días seguidos- y le alargó un sobre abultado.

La niña cubana lo cogió, brillando en sus oscuros ojos la más sincera de las gracias y, acercándose al viejo español, le dio un beso en la mejilla.


Al día siguiente, mientras el barco se alejaba del puerto, el viejo español se despedía desde la cubierta de su recién ahijada, la niña cubana, y de los padres de ésta, con quienes había hablado la tarde del día anterior.

Vino buscando algo que no sabía qué era y acabó ayudando a otra persona, llevándose mayor satisfacción con lo que había hecho que con lo que podía haber pasado.

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