Nuria era la clásica chica que todos tienen por amiga. Se desvive por ellos, se interesa por sus logros y sus momentos más bajos. Da ánimos a todos y hasta organiza salidas para todos.
En fin, que no tiene mucho tiempo para pensar en ella. Mejor dicho, no quiere tiempo para pensar en ella.
Un buen día, se decidió por salir con aquel chico que le gustaba y estuvieron un tiempo hasta que ella le dijo que no podían seguir juntos porque ella no le prestaba la atención necesaria.
Y era verdad.
Antes que pensar en su relación se preocupaba de su amiga porque no aprobaba; o bien animaba a su amigo después de un fracaso amoroso; incluso organizó una excursión sólo de chicas para asistir al concierto de Alejandro Sanz.
Nuria no creía en príncipes azules, o lo creía a su manera. Para ella vivir la vida era pasarla con los suyos, con sus amigos, dedicándoles a todos más tiempo que a ella misma. Eso le ayudó para salir con varios chicos, siempre sin sentir amor por ninguno.
Un buen día, a su gran grupo de amistades se unió un chaval, guapo él, bastante callado y con unas ideas que llamaban especial atención a nuria. En una de las muchas reuniones que organizaba, el chaval le preguntó:
- "¿Por qué tienes miedo a enamorarte?"
Nuria respondió:
- "No tengo miedo, sólo que todavía no me he enamorado"
Sus amigos reafirmaron que era cierto lo dicho, sobre todo los que habían estado con ella. A partir de aquel momento, Nuria pasaba más tiempo reflexionando en solitario por las noches, derramando alguna que otra lágrima, deseando que algún día pudiera llenar ese hueco que notaba en su interior.
Con el paso del tiempo, se daba cuenta que aquel chaval tenía las mismas aficiones que ella, se preocupaba más de los demás que de él mismo. Hubiera dicho que aquel chaval era su propio reflejo en masculino.
Cada vez que organizaban algo, tanto Nuria como el chaval coincidían en la forma y en el modo de hacerlo.
El grupo de amigos se dio cuenta de esa afinidad y, como pago por las ayudas recibidas, buscaron la manera de que pudieran estar juntos más tiempo. Así, las reuniones comenzaron a espaciarse, para que Nuria y el chaval pudieran conocerse mejor, cosa que dudaban, porque veían que eran clavaditos.
Nuria lloró una noche. Lloró tanto que no recordaba haber derramado en su vida tantas lágrimas. Lloró porque se dio cuenta que se estaba enamorando de aquel chaval.
Prefería estar con él que con sus amigos; prefería ir al cine a ver una película que le gustaba tanto a ella como a él antes que ver una que gustase a sus amigos.
Se dio cuenta que, por primera vez, pensaba en ella antes que en los demás.
Un día, estaba el chaval en casa de Nuria porque ella quería ver un documental que al resto de los amigos no les gustaba mucho. Esa tarde fue especial para los dos: se abrazaron, se besaron, se susurraron palabras bellas e hicieron el amor.
A partir de entonces quedaban más frecuentemente para compartir emociones, sensaciones, vivencias.
Nuria ya estaba totalmente enamorada.
Pasado ya algún tiempo, quiso darle una sorpresa al chaval y preparó una cena íntima en su casa, con velas y ropa más bien picarona. Cuando el chaval llegó y vio lo que estaba pasando le dijo:
- "No esperaba que este momento llegara nunca. Soy un espíritu libre y contigo me lo he pasado muy bien pero yo no estoy enamorado de ti y pensaba que tú tampoco lo estabas de mí ..."
Un pequeño estirón en el pecho de Nuria ...
- "... debemos dejar de vernos porque no te puedo prestar la atención que mereces y no quiero atarme a nadie sino a todos ..."
... un pequeño vuelco en el interior de Nuria ...
- "... lo siento, Nuria, eres especial para mí pero esto ha terminado."
Y se marchó.
Mientras la puerta se cerraba, una lágrima salía de uno de los ojos de Nuria y, lentamente, recorría su mejilla mientras su dulce y gran corazón se rompía en mil pedazos.