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lunes, 10 de febrero de 2014

Un paseo por el corazón nº 3

Cómo te llegué a querer
10 de Febrero de 2014

Duro es para la gente poder vivir sin recordar los momentos de soledad pero más duro es recordar amoríos perdidos, ráfagas de sentimientos convertidas en avalanchas, murales de corazones acabados en la papelera, hilachas largas de cabellos cortadas para mantener una familia.

Mi última compañía fue "ella", era morena con el pelo largo y liso, delgada y robusta a la vez, los ojos tintábanse de un oscuro brillante y la mirada pedía compasión a golpes de sentido. "Ella" era única para mí y no supe guardar el tesoro.

Pero cómo la conocí es lo más misterioso, ni yo llego a recordarlo.

Aunque ya cinco años pasaron desde nuestro primer encuentro a solas, como amigos que quieren conocerse, y dos años con ella que fueron los mejores de mi vida, acariciándola, queriéndola, amándola.

Comenzó todo como una simple salida: ir a tomar algo, charlar, pasear. Más tarde se convirtió en una costumbre quedar tal día a tal hora e ir siempre a un lugar diferente.

Y llegó lo inesperado: no sabíamos dónde ir para no repetir ninguna tarde. Y yo le sugerí ir al lugar donde ella me besó por primera vez y donde yo le declaré mi amor. Le dije que estaba, desde hacía tiempo, enamorado de ella pero que no le comenté nada por temor a perderla como amiga.

Pero aquella tarde en aquel café fue mágica pues estuvimos hablando hasta que nos hartamos y lo pasamos muy bien. Entonces empezamos a salir. Cuando ella tenía algún problema o alguna distracción me la contaba y yo la besaba suave y dulcemente en los labios, la acariciaba melosamente y le decía frases bellas para tranquilizarla.

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