El Paseante nº7
25 de Agosto de 2012
Estirado en el suelo, al pie de la escalera, yace el cuerpo de la joven que resplandece. "El Paseante" se acerca a él, se agacha y lo inspecciona.
Nada.
Intenta encontrarle, en vano, el pulso, el resto de un latido perdido, una señal que le indique que la vida sigue en ese cuerpo.
Nada.
- ¿Cómo es posible...?
La mujer no termina la frase, la palidez de su rostro se acentúa y la sorpresa de sus ojos muta en temor.
- No me explico lo que veo. -dice "El Paseante"- Estás en el suelo pero también delante mío, de pie...
- ¿Con quién habla?
Una mujer aparece tras "El Paseante" y su primera intención es subir las escaleras. Pero se ha parado tras el hombre y lo mira curiosa.
- ¿Perdone?
- Que con quién habla.
- Con ella -dice señalando a la joven, que está de pie.
- Yo no veo a nadie.
- ¿Cómo que no? ¡Está ahí delante, de pie!
La mujer empieza a asustarse.
- Sólo veo a la chica del suelo... y a usted.
- No creerá que estoy loco, ¿verdad?
"El Paseante" se levanta despacio y se inclina hacia la señora. Ésta profiere un pequeño pero agudo grito y sale corriendo.
- Esto traerá problemas...
"El Paseante" se gira y mira a la joven, envuelta en su luz, pálida como la misma.
- Me temo -"El Paseante" hace una pausa y sigue- que eres un fantasma.
- ¡Un fantasma! -grita la chica.
- Sí.
La muchacha no se lo cree, no quiere creerlo, es imposible. Hace una hora planeaba salir de fiesta por la noche y ahora es un fantasma.
- ¡No puede ser!
- Míralo por ti misma: nadie puede tocarte, tu cuerpo está en el suelo y, parece ser, tampoco pueden verte.
- ¡Pero tú sí puedes verme!
- Eso es lo más extraño. Pero empiezo a acostumbrarme a los sucesos raros.
- ¿Y qué hago yo ahora?
- Veamos...
"El Paseante" piensa un poco y, casi dando un salto, dice:
- ¡Ya está! Camina hacia la luz...
- ¿Qué luz?
- No sé, es lo que siempre dicen...
- Pues yo no veo ninguna.
El desconcierto se apodera de "El Paseante" y no sabe qué hacer. En un intento de probar algo diferente, pregunta a la chica:
- ¿Ya te has hecho a la idea?
- ¿De qué?
- De que estás muerta.
La joven no sabe qué responder, se queda mirando su cuerpo durante un rato y se resigna.
- Tengo que aceptarlo.
- ¿Qué has de aceptar? -pregunta él.
- Que estoy muerta.
En ese momento, el resplandor que rodeaba a la joven crece y se va apoderando de su ser. "El Paseante" ve cómo va desapareciendo en esa luz cegadora en tanto que ella dice:
- Gracias. Ahora sí que veo la luz.
Instantes después, "El Paseante" se queda solo. Hace una llamada con su teléfono móvil y sube las escaleras. Al llegar al último escalón, el silencio de la noche queda roto por el sonido de una sirena.
... FIN ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario