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sábado, 25 de enero de 2014

Últimos Pensamientos nº 6

Últimos Pensamientos

Única salida


25 de Enero de 2014

Con sonrisa contagiosa atendía a los clientes. Mantenía una fugaz pero eficaz relación de confianza con las personas que iban a tomar algo. No hacía falta inventar historias para llamar su atención, con una sencilla sonrisa podía enamorarla.

Era morena, de cuerpo esbelto y andares gráciles; se movía entre las sillas como si una extensión de su cuerpo fueran: no tropezaba con ellas.

No le gustaba su trabajo pero adoraba al ser humano y la comunicación y ésa era su arma y fuente de poder. Con ella podía alzarte hasta estados sublimes de gloria o hundirte en la más profunda de las miserias.

Su mirada inspiraba cariño y ternura pero sólo se la ofrecía a quien consideraba digno de ella. Por el contrario, mostraba una indiferencia no desagradable a quien intentaba hacerse el simpático.

Ella era así, una joya de incalculable valor con secretos y misterios que no dejaría adivinar.

Cuando apareció por la puerta aquel joven con mirada perdida y ausente, ella supo que algo iba mal. Fue a atenderle atenta al máximo a todo tipo de detalles, descuidando, por primera vez, su simpatía.

Él era un personaje bastante ridículo, barba descuidada, ropa libre al viento y gestos mecánicos, casi forzados. Se llenaba el local de gente que iba a ver el partido y él seguía con mirada distraída, sin importarle lo que hubiera a su alrededor.

Poco a poco se fue convirtiendo en un rincón más de aquel sitio, atestado de gente, bullicio de voces y ánimos, sin importarle en apariencia que lo apartaran de la vida social.

Ella lo observaba y notaba cómo un sentimiento incontrolable invadía todo su ser. Continuaba manteniendo esas atenciones a todo aquél que llegaba, haciéndole partícipe de alegría pero en el fondo se daba cuenta que aquel extraño no debía haber venido.

Comenzó a notar que le faltaban fuerzas para continuar, un desasosiego le recorría el cuerpo dejándole una sensación de malestar. Cuando el joven se dispuso a pagar, un escalofrío le recorrió de arriba a abajo, pero poco a poco fue desapareciendo mientras el extraño abandonaba el recinto.

Al ir a limpiar la mesa que ocupaba vio que había dejado un papel dispuesto para que alguien lo cogiera. Por un instante, sensaciones incontrolables debatían tomar el control de su mente y, en un acto reflejo, cogió el papel y se lo guardó.

Cuando terminó su trabajo se fue a casa, con extraña ansia por llegar. Se sentó en el sillón y sacó el papel del bolsillo del pantalón donde lo llevaba guardado y lo leyó:

"Te amo, siempre te he amado y siempre te amaré. Sé que soy el único capaz de desarmarte de ese valor tan grande que tienes y por ello no volverás a verme más. He comprendido que no hay persona en el mundo que merezca soportar mi dolor. Esto no es un "adiós", sólo es un "hasta la próxima vida"".

Con melancolía en los ojos dejó el papel y cogió un retrato de ella con un muchacho lleno de vida. Comprendió que aquel joven había sido su novio. No supo aceptar su ruptura después de aquel incendio. Quedó desfigurado y se volvió malvado.

Esa noche, en lo alto de un edificio, se veía una sombra de alguien que iba a acabar con su eterno sufrimiento.

Sólo una caída y una vida sería salvada.

La de su amada.

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