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Vacaciones de mar y montaña
(o cómo pasar el agobio estival con una botella de agua)
20 de Septiembre de 2016
"Vacaciones de verano", "Un rayo de sol", "El chiringuito" y otras canciones más nos invitan, este mes, a disfrutar como locos de refrescantes baños en la playa, en la piscina o, si no hay más remedio, en la ducha.
Y es que este mes no hay que celebrar nada especial pues vayas donde vayas, seguro que es la fiesta del pueblo. Y la del de al lado. Y dos pueblos más arriba hacen la fiesta de la espuma.
Tampoco vamos a envidiar a los familiares del pueblo que desde el primer día nos obsequian con sus mejores vinos, deliciosos platos típicos y un selecto menú mediterráneo-huertano que ya quisieran Chicote, Ramsey y compañía.
Todo acompañado de una buena hogaza a leña que lecciones daría a la mayoría de panaderías de nuestra ciudad.
Huelga decir que tras el café, o con el mismo según se tercie, tendremos la excelente oportunidad de degustar los licores locales a modo de digestivos que nos darán, incluso, la oportunidad de echar una cabezadita o algo tan necesario como una siesta.
Y ya con el cuerpo relajado (y algunos quilos de más), los niños cansados de disfrutar (o con más ganas de juerga que al empezar) y con una lagrimita que caerá en la arena por la despedida, preparamos las maletas y nos volvemos a nuestras rutinarias vidas donde, con mucha melancolía y morriña, veremos mil veces las fotos que hicimos y desearemos poder seguir así de felices toda la vida (pero sólo una vez al año que no hace daño).
Y es que este mes no hay que celebrar nada especial pues vayas donde vayas, seguro que es la fiesta del pueblo. Y la del de al lado. Y dos pueblos más arriba hacen la fiesta de la espuma.
Tampoco vamos a envidiar a los familiares del pueblo que desde el primer día nos obsequian con sus mejores vinos, deliciosos platos típicos y un selecto menú mediterráneo-huertano que ya quisieran Chicote, Ramsey y compañía.
Todo acompañado de una buena hogaza a leña que lecciones daría a la mayoría de panaderías de nuestra ciudad.
Huelga decir que tras el café, o con el mismo según se tercie, tendremos la excelente oportunidad de degustar los licores locales a modo de digestivos que nos darán, incluso, la oportunidad de echar una cabezadita o algo tan necesario como una siesta.
Y ya con el cuerpo relajado (y algunos quilos de más), los niños cansados de disfrutar (o con más ganas de juerga que al empezar) y con una lagrimita que caerá en la arena por la despedida, preparamos las maletas y nos volvemos a nuestras rutinarias vidas donde, con mucha melancolía y morriña, veremos mil veces las fotos que hicimos y desearemos poder seguir así de felices toda la vida (pero sólo una vez al año que no hace daño).
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