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Las tardías fiestas del pueblo
(o cómo retornar a la cotidianidad sin morriña)
20 de Octubre de 2016
Llega un nuevo mes y las vacaciones se tornan recuerdos borrosos de alegría y festejos, el cansancio es mayor y alguna que otra lágrima recorre nuestro rostro tras la pregunta del millón:
- ¿Que no os quedáis para la fiesta mayor?
Quien vive en esos pueblos no tiene reparos al proclamarlo pues nunca una fiesta quita el orgullo de ser de la región. Ya sea por la Virgen de la Encina, por las fiestas del Cristo o por la Diada, ferias y atracciones se llenan tanto de los autóctonos como de los foráneos.
Y quienes han de trabajar en medio de tanto jolgorio ya tienen planeadas sus salidas. Y quienes están a la otra punta del país, añoran las fiestas de su pueblo que no pueden celebrar.
Pero no todo va a ser fiesta y morriña. También podemos disfrutar del cambio estacional que, en las últimas décadas, es más de nombre y calendario que de hechos pues las estivales temperaturas se hacen sentir incluso semanas después de terminar la veraniega estación.
Casi nos olvidamos de ensalzar el famoso gasto escolar que acaece tras las derrochadoras vacaciones y que dejan nuestras cuentas corrientes más paradas que un monte serrano. Y es que nunca está de más aumentar los gastos mensuales para "concienciarnos" de trabajar duro y arduo para poder pagar, incluso, ese hermoso y moderno televisor de plasma en cómodos plazos mensuales.
- ¿Que no os quedáis para la fiesta mayor?
Quien vive en esos pueblos no tiene reparos al proclamarlo pues nunca una fiesta quita el orgullo de ser de la región. Ya sea por la Virgen de la Encina, por las fiestas del Cristo o por la Diada, ferias y atracciones se llenan tanto de los autóctonos como de los foráneos.
Y quienes han de trabajar en medio de tanto jolgorio ya tienen planeadas sus salidas. Y quienes están a la otra punta del país, añoran las fiestas de su pueblo que no pueden celebrar.
Pero no todo va a ser fiesta y morriña. También podemos disfrutar del cambio estacional que, en las últimas décadas, es más de nombre y calendario que de hechos pues las estivales temperaturas se hacen sentir incluso semanas después de terminar la veraniega estación.
Casi nos olvidamos de ensalzar el famoso gasto escolar que acaece tras las derrochadoras vacaciones y que dejan nuestras cuentas corrientes más paradas que un monte serrano. Y es que nunca está de más aumentar los gastos mensuales para "concienciarnos" de trabajar duro y arduo para poder pagar, incluso, ese hermoso y moderno televisor de plasma en cómodos plazos mensuales.
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