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viernes, 25 de mayo de 2012

El Paseante nº 4


El Paseante
nº 4
25 de Mayo de 2012



Un hilo de color rojo cae desde el lado izquierdo del pecho de "El Paseante".
Una mujer en el suelo tiembla de nerviosa que está, la faz descompuesta.
Un hombre frente a "El Paseante" con una pistola en la mano izquierda.
La noche no es como las demás. En el aire se puede respirar dolor, miedo, intranquilidad.
"El Paseante" se inclina hacia el suelo, su mano derecha tapando el agujero en su pecho, e hinca la rodilla derecha en la fría acera.
El hombre se aleja dos pasos y voltea en dirección a la mujer. Sus ojos expresan sorpresa pero su cuerpo quiere terminar lo que empezó.
La mujer intenta alejarse del hombre arrastrándose por el suelo pero el hombre la coge del pelo y tira hacia sí, sacando un alarido de la garganta de la mujer.
- Dije... que te ibas a arrepentir.
El hombre gira la cabeza y ve a "El Paseante" de pie, ante él. La camisa muestra los restos de una sangre recién muerta y el agujero del pecho ha desaparecido.
Sorpresa, confusión y miedo dibujan el rostro del hombre, que recibe un certero puñetazo en la mejilla izquierda. El siguiente va derecho al estómago, haciendo que se incline de sopetón, hacia el suelo.
Un rodillazo le parte el tabique nasal a la vez que lo deja inconsciente en el suelo.
"El Paseante" extiende su mano a la mujer, que aún está en el suelo. Mientras la ayuda a levantar, le dice:
- Llame a la policía.
Después, la mujer ve cómo "El Paseante" se aleja paseando, como si nada hubiera ocurrido.

<-*  FIN *->

martes, 15 de mayo de 2012

El Secreto nº 2


Capítulo 2 
15 de Mayo de 2012

"¡Pues claro que quiero!", dijo para sus adentros Marta, pues lo encontraba atractivo.

- Un hombre importante y tan ocupado no tendrá tiempo para alguien como yo.
- ¿Cómo que no? Dime cuándo tienes fiesta ...
- El Domingo y el Lunes.
- ¡Qué casualidad! Yo los Domingos tengo todo el día libre y este Lunes me he cogido el día para mí solo. Bueno, si me quieres hacer compañía, para nosotros dos.

Marta notó un acaloramiento en sus mejillas a la par que no podía seguir mirando a aquel hombre que tan rápido se había acercado a ella. Había construido una barrera en torno suyo y se le hacía difícil abandonarla.

- Bueno -continuó Paco- llámame el Domingo y te iré a recoger.

Y le entregó una tarjeta que ella guardó casi inmediatamente. De pronto sonó el teléfono de Paco y Marta se alejó un par de pasos.

- ¿Diga?
- ...
- Dime, dime.
- ...
- Pero, ¿qué ha pasado?
- ...
- Vale, tranquila, ahora voy para allá.

Una muestra de preocupación se reflejó en la cara de Paco cuando colgó el teléfono.

- Discúlpame Marta, me tengo que ir.
- Descuide señor, en su cuenta, como siempre.
- De tú, chiquilla, de tú.
- Vale, en tu cuenta, como siempre.
- Acuérdate de llamarme.
- Lo haré, Paco. Y gracias.
- Gracias a ti por ser como eres.

Y Marta volvió a ruborizarse mientras Paco se ponía la chaqueta y salía del restaurante.