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miércoles, 31 de agosto de 2016

Inmortales 4 - El bendito

El bendito

31 de Agosto de 2016

Me han llamado por infinidad de nombres y mil vidas he vivido. He tenido mil oficios y mil padres.

Y mil madres que me han adorado con su vida.

En mi primera vida fui el hijo del gobernante de la aldea. Mi padre poseía más de la mitad de la misma, tenía poder e influencia y me educó desde pequeño para que continuara su legado pero a mí me gustaba más regalarme con fiestas y amigas especiales.

Cuando llegó el día de la proclamación, yo estaba todavía en el granero, durmiendo desnudo junto con una de las mozas de la aldea. Mi padre mandó a buscarme y allá me descubrieron.

Cuando mi padre llegó, quedó horrorizado ante la imagen que veía: a su legítimo heredero ebrio y desnudo yaciendo con la hija de sy mayor rival.

Mi padre consguió que la chica no dijera nada, enviándola rápido a casa de una amiga suya haciendo ver que pasó la noche allí.

A mí me tocó un sermón y una charla sobre guardar las apariencias, sobre ser quien dirigirá al pueblo y otras cosas por las que no estuve atento.

Por fin, y con retraso, se me proclamó gobernante, bajo los vítores de los seguidores de mi padre y los abucheos de sus retractores.

Aquel día, entre fiesta y fiesta, quedó para la posteridad.

El siguiente día, el primero de mi mandato, aún no sé cómo sucedió pero el rival de mi padre se enteró de lo pasado dos noches antes y se presentó en la hacienda profiriendo maldiciones y destrozando todo a su paso.

Tras varios forcejeos mi cuello quedó entre sus dos grandes manos y el aliento me fue abandonando, mi cuerpo se fue relajando y la muerte me llevó.

Cuando volví a recordar mis últimos momentos, estaba en el cuerpo de un niño de dos años. No podía creerlo y pasé varios días "rebelde" intentando comprenderlo.

Cuando conseguí calmarme descubrí que me llamaban Euloguemeno, el bendito, pues venía al mundo sin vida y una vida me lleno: yo mismo el día de mi muerte.

Desde entonces, mis muertes sólo son una transición hacia recién nacidos que no traen vida y yo los lleno con mi alma. Y al cumplir dos años todos mis recuerdos vuelven a mí como si nada hubiera pasado.

Así he vivido desde entonces y mil familias he tenido, a quienes mil gracias siempre he dado y por quienes mil pregarias he rezado.

Nadie sabe quién soy pero siempre seré, como en mi primer renacimiento, el Bendito.


jueves, 25 de agosto de 2016

Primeras Letras nº 16 - El desconocido

El desconocido

25 de Agosto de 2016

Bajo la cremosa espuma de un cappuccino se entreveían sus labios, torpes al sorber mas impacientes por catar tan generosa bebida capaz de alegrar, aun en apariencia, la expresión más sombría.

Intentó alzar la vista para encontrarse con alguna mirada que le inspirase confianza; escudriñó cuanto pudo entre mil pares de ojos hasta que le encontró.

Allí estaba él, esperándola, con las manos dentro de los bolsillos de un pantalón que complementaba a una americana raída y ajada sobre una camisa de vistosa antigüedad. Una barba que tiempo llevaba sin conocer maquinilla alguna se descubría en un ancho y coloreado rostro, siempre a causa de un consumo nada moderado de alcohol.

Se levantó, pues, de la silla donde descansaba en aquella cafetería y se dirigió rauda al encuentro de semejante individuo. En los ojos de él se reflejaban dos estrellas que, sin bajar del cielo, se iluminaban en su máximo esplendor.

Al llegar al encuentro del desconocido, más para cualquiera que para ella misma, aminoró el paso hasta quedar parada a un metro escaso enfrente suyo. Ella bajó un poco la cabeza alzando los ojos para encontrarse con los de él. Él, a su vez, se ruborizó al ver su mirada fija en él. Mutuamente se miraron y el tiempo pareció alejarse de ese espacio que ambos ocupaban.

Ninguno de los dos oía las insistentes alarmas conectadas para salvaguardar, o intentarlo al menos, los grandes comercios. No veían el ir y venir de constantes turistas, buscando el mejor camino para visitar la ciudad en el menor tiempo posible. No sentían en sus mejillas las primeras anunciantes gotas de una lluvia próxima a regar la inmensidad de la ciudad. No llegaron a darse cuenta del olor a chocolate caliente que tanto agrada a niños y mayores tomar con churros recién retorcidos y azucarados.

Tampoco disfrutaron de la maravillosa y sensual danza de unas hermosas bailarinas que movían su cuerpo al compás de la música.

Simplemente, sólo existían ellos dos en ese pequeño espacio.

Cuando parecía que se habían transformado en dos perennes estatuas, ella dijo:

- ¿Me podrías dar fuego, por favor?
Escrito el 22 de Septiembre de 2005

domingo, 21 de agosto de 2016

Inmortales 3 - El fantasma

El fantasma

21 de Agosto de 2016

Mi nombre varía con el paso de las generaciones pero siempre será Protótoko, el primogénito.

Yo fui el primer hijo del primer hijo de mi abuelo, el primero de su familia.

Por tradición tengo unos privilegios sobre el resto de mis hermanos pero también tengo la obligación de velar por ellos.

Ya desde pequeño aprendí a cuidar la casa en ausencia de mis padres a la vez que los trabajos del campo. Un mundo donde debía saber qué plantar, cómo, dónde y cuándo.

Cuando mis hermanos fueron creciendo conseguí colocarlos en buenas familias y fui a buscar a la que me prometieron en mi infancia. Pero cuando llegué, otro se la había llevado.

Con rabia y desespero lo busqué para limpiar mi honra, mancillada y ultrajada por el vil trato realizado entre padres.

Y cuando por fin estuve frente a él, lo enfrenté y luchamos. Al haber trabajado en el campo desde niño, mi cuerpo era fuerte y resistía todos sus embistes. A punto estuve de dejarlo en el suelo, magullado y suplicando.

Y entonces sentí el dolor.

Una punzada en el vientre, un trozo de metal atravesando mi piel, sangre saliendo a borbotones, mi mente nublándose por momentos.

Ahí caí, ahí morí y ahí mi honra quedó limpia.

Y no sé cuánto pasó hasta mi siguiente recuerdo, con toda esa tierra encima mío dándome la sensación de ahogo.

Salí como pude de ese agujero en el cual me enterraron, atónito, sorprendido y sin comprender qué había pasado.

Pasé varios días intentando asimilar el trance por el que había pasado y ni hambre sentía. De una muerte segura me salvé, como un acto contra natura.

Cuando sentí que así debían ser las cosas, busqué al que me mató para vengarme. Al encontrarlo la sorpresa fue doble: él sintiendo que veía un fantasma, yo viendo a un viejo por el habían pasado los años aunque yo sentía que apenas habían pasado días.

Comprendí que la venganza no me iba a dar la paz que ansiaba así que marché de aquellas tierras vagando por el mundo.

Desde entonces he conocido grandes civilizaciones, he visto caer imperios, he participado en guerras de las que renacía una y otra vez y he creado un aire de misterio a mi alrededor.

Yo soy Protótoko, el primogénito, pero quienes me han visto tras mis muertes me llaman el Fantasma.

sábado, 20 de agosto de 2016

Qué celebramos hoy nº 9


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Caminito veraniego

(o cómo honrar a un hombre bajo un sol de justicia)

20 de Agosto de 2016

Operación salida y carreteras abarrotadas. Gasto increíble en carburante para desplazamientos estivales, con las ventanillas cerradas para que no escape el aire acondicionado y con Camela o el Fary sonando de fondo.

Muchos son los que están de vacaciones y quieren desconectar del mundo laboral y estudiantil Y nos encontramos a los niños haciendo los deberes estivales con Santillana y a los manitas reparando la casa de verano. O la de la abuela, que donde caben dos, cabe la familia entera.

Los chorros de agua se convierten en rituales obligados, tanto para mantenernos frescos como hidratados. Y si no, que se lo pregunten a los peregrinos que recorren, bajo un sol de justicia, el camino que lleva por nombre el de un hombre que, siglos atrás, por esas tierras pasó. Un camino conocido internacionalmente y donde amistades variopintas nacen, uniones imposibles se crean y ampollas como puños aparecen.

Porque es lo que tiene sudar, que las ropas y calzados rozan con nuestra frágil piel y provocan rojeces, marcas, ampollas y callos que, en la mayoría de los casos, arruinan la mitad de las vacaciones.

Pero no lloremos por ello no sea que nuestras lágrimas se evaporen cuando Lorenzo nos bañe con sus implacables rayos y la sombra más fresca mantenga el café en su punto.

Así pues, celebremos al finalizar el mes que no nos hemos convertido en carbonilla y que conservemos buena parte de nuestra piel. Ya sabéis, "a quien en verano madruga, la mitad de la piel muda".

lunes, 15 de agosto de 2016

Incierto final nº 10


10- Regreso a las aulas

15 de Agosto de 2016


El profesor de física, con su elegante pero sencillo traje, esperaba con impaciencia la llegada del alumnado. Adela y Sonia se quedaron un aula atrás, Sonia empujando a Adela y Adella devolviendo los empujones.

- ¡Para ya, Sonia!
- ¡Vas a cateaaar, vas a cateaaar!
- No me puedo creer que sea tu amiga.
- No puedes vivir sin mí.
- ¡Me sacas de quicio!
- Venga ya, si sabes que te gusta mi forma de ser.
- ¡No la soporto!
- Bueeeeno, vaaaale. Vamos a clase...
- ¡No! Espera un poquito más.
- ¡Ey, nenas! ¿Me esperabais?

Jorge, con su típico paso de creído, pasó delante de Sonia y Adela mientras con su dedo pulgar y sus labios intentaba hacer de chico Martini.

- ¡Vete a la mierda, Jorge! -soltó Sonia.
- Tranqui, tía, que tengo de sobra para las dos.
- ¡Serás gilipo...!
- Perdonad chicas, ya nos vamos.

Sergio se aventuró a arreglar la situación empujando a Jorge y, disimuladamente, guiñarle un ojo a Adela.

- Oye, ¿no acaba de...?
- ¡No!

Adela soltó tan tremendo grito que por un momento el pasillo casi enmudeció.

- ¡Vamos, vamos, que los he visto más rápidos!

La voz del profesor de física los sacó a todos de su estupor y, mágicamente, fueron aún más rápidos hacia sus aulas.

Sonia y Adela fueron las últimas en entrar. Un silencio reinaba en el aula mientras se sentaban, otra vez, en los dos asientos frente al escritorio del profesor.

Con tranquilidad, con una pausa premeditada y con una pequeña mueca de rebelde, el profesor se plantó delante de los alumnos y, con una voz casi ensayada, dijo:

- Chicas y chicos, tengo una sorprendente noticia que daros.

jueves, 11 de agosto de 2016

Inmortales 2 - El ladrón

El ladrón

11 de Agosto de 2016

Me llaman por muchos nombres. Eso quienes me han llegado a conocer, que han sido miles.

Desde que era pequeño me dediqué al trueque o intercambio para sobrevivir. En mi aldea era necesario saber negociar para alcanzar lo que uno quería. Y nadie me enseño ese arte mejor que mi padre.

Mi padre era un errante que pasó gran parte de su vida entre aldeas. Aprendió a intercambiar lo que no necesitaba por otras cosas de mayor valor. Y lo hacía con un arte increíble: ellos se llevaban cosas que apenas iban a utilizar mientras que mi padre conseguía comida para varios días y objetos de real valor.

Cuando mi padre murió seguí con el negocio del trueque y me aventuré a las aldeas vecinas. Descubrí que las carencias no sólo se daban entre vecinos sino también entre regiones. Objetos casi desechables en mi aldea cotizaban un valor alto dos aldeas más al norte mientras que los objetos decorativos eran imprescindibles en la aldea del Alto Monte.

Así dediqué mi vida a recorrer la gran región entre los ríos y las montañas y traficando con todo lo que podía llevar encima, sabiendo de antemano qué podría dejar en cada lugar.

Hasta el día en que quedé varado en el camino de la montaña.

Gracias a que mi bien más preciado era el alimento, pude subsistir durante días. Pero no toda una vida.

Cuando ya me encontraba con apenas fuerzas para ponerme en pie, un carro que se dirigía a las montañas se acercó y se paró ante mí. El carro iba tirado por una bestia del campo y no dirigido por la mano del hombre. A quien sí dirigía esa mano era a la bestia mientras él descansaba sobre un saliente de su carro.

Del mismo saliente se apeó un joven gallardo, de alta mirada y bien parecido. Se acercó a mí y, extendiendo su mano, dijo:

- ¿Necesita ayuda, viejo?

Yo alargué poco a poco mi brazo hasta que su mano cogió la mía con intención de ayudarme a levantar. En ese momento noté un vacío en mi interior, como si fuera succionado.

Y tal como llegó, se fue.

De repente me encontré de pie delante de un viejo, con la mano alargada como para ayudarlo pero soltando la de él. El viejo quedó sin habla, perplejo ante mí.

Me miré de arriba a abajo y vi que mi cuerpo era esbelto, como el del muchacho que se paró ante mí.

Me sentí dentro de ese cuerpo.

Asustado, corrí hacia el carro, subiéndome a ese cómodo saliente, y jaleé a la bestia para que me llevara a ninguna parte.

Desde entonces y por siglos, he "saltado" al cuerpo de muchos otros, que me llaman de muchas formas.

La mayoría de veces, el nombre que más utilizan es el de Ladrón.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Dedicada a ti - A una amistad en la distancia 3

A una amistad en la distancia

Reencuentro

10 de Agosto de 2016


Tuve una visión,
te vi bailando un vals;
estabas ilusionada,
eras Estrella de mar.

Te esperé unos minutos
y tú no venías a mí,
quise bailar contigo,
quise amarte, sí.

Desesperado ya
salí a la terraza,
a tomar el aire estaba
cuando te vi entrar.

Una palabra y un guiño
me hiciste en las estrellas,
amarte quise y me fui
pues eran muy bellas;
tras de mí corriste
y me diste alcance,
reencontrarnos quisiste
y me perdonaste.

Así me desperté
y me acordé de algo:
la vida y el cuerpo
son el agua y el vaso
del cual yo siempre bebo,
siempre un trago amargo.

lunes, 1 de agosto de 2016

Inmortales 1 - El ermitaño

El ermitaño

1 de Agosto de 2016

Me llaman el Ermitaño.


He vivido mil vidas y viviré otras mil más.


Desde que me dediqué a vivir solo y sin compañía, siglos atrás, nunca imaginé que algo así podría pasar.


Sí, las ciencias y los rituales estaban a la orden del día pero apenas empezaban a definirse.


Fui apartado de mi gente siendo muy joven y nunca supe el motivo de ello. Tampoco me preocupó en demasía. Conseguí vivir una vida libre de imposiciones y de unas reglas que empezaron a formar lo que hoy conocemos como sociedad.


Así viví por mucho tiempo hasta el día en que sentí que la vida empezaba a escapárseme. Volví al poblado y descubrí el apodo por el que ahora se me conoce. Así que vagué por los senderos que comunicaban los refugios de mis antiguos vecinos, descansando a veces, pidiendo comida otras.


Apenas se acercaban a mí, siempre murmurando, y si me daban algo, me lo tiraban y marchaban riéndose.


Hasta el día en que aquella joven se me acercó.


Con su cálida sonrisa tomó mi mano y, durante un instante parecido a una eternidad, me sentí como nunca antes, lleno de felicidad y regocijo. Al momento vi cómo la joven enfrente mío empezaba a envejecer mientras nuestras manos seguían unidas: la suya arrugándose y la mía rejuveneciendo.


Ella exhaló por última vez y me quedé ahí, con su mano en la mía.


No me di cuenta de lo que realmente había ocurrido hasta que pasó uno del pueblo y me dijo:


- Muchacho, ¿se encuentra bien tu abuela?


A partir de entonces vagué por el mundo y fui envejeciendo. Donde acababa pedía limosna o comida y gracias a más de un alma caritativa pude rejuvenecer. Siempre a costa de la vida de esas bellas personas.


Y ahora me encuentro aquí, frente a una civilización de cemento y rascacielos que ha escrito mil historias de inmortales y me pregunto si, por fin, encontraré la forma de apagar esta vida que es el cúmulo de cientos más.