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sábado, 16 de septiembre de 2017

Incierto final nº 22


22- Regreso a las clases

15 de Septiembre de 2017


Otro día más y el instituto se llena de la despreocupada juventud de la urbanización y alrededores. Las chicas forman corros grandes mientras que los chicos van dispersos en grupos pequeños.

Adela llegó apresurada al grupo de Sonia, casi como si se hubiera quedado dormida.

- ¿Qué pasó?
- Nada, que se me ha hecho tarde.
- ¡Si casi no tenemos tiempo de hablar!
- Pero si ya hablamos todos los días de camino a casa. Y en el descanso. Y en clase.
- ¡Sí, es cierto! Pero nunáca está de más saber si hay noticias nuevas.
- Pues estás de suerte...
- ¡Cuenta, cuenta, cuenta!
- Tranquila, que ya tenemos que ir entrando.
- Pero son sólo unos minutos...
- Bueeeeno, vaaale.
- Ésa es mi amiga.

Mientras las dos iban con sus chismes, cogidas por el brazo, Abel y Jorge seguían dando sus famosos espectáculos matutinos, siendo frenados únicamente por un solo gesto de Sergio.

- ¿Algún día os comportaréis como gente normal?
- ¿Y eso qué significa? -dijo Jorge sacando la lengua.
- Con vosotros no se puede hablar en serio.
- Venga, tío, si ya sabes que somos así de geniales -dijo Abel mientras pasaba un brazo sobre los hombros de Sergio.
- Quita ese brazo o te lo parto.
- ¡Uy, uy, uy! Qué malhumorado vienes hoy.
- Como si a vosotros os importara.

Y entre empujones y burlas, los tres chicos fueron entrando junto con los demás sus respectivas clases.

Tras el desastroso examen del día anterior, Adela corrió junto a Sonia para coger asientos bien atrás de la clase, para no enfrentarse al profesor. Dos de los chicos más tímidos de la clase quedaron a ambos extremos y miraban de reojo a las muchachas. Uno de ellos incluso se ruborizó.

- Bueno, bueno, bueno. Mira que tenemos que hablar más detenidamente sobre el amigo de tu hermano.
- ¡Si es precisamente eso, que no quiero hablar de él!
- Tranquila, que ya me encargo yo de él.
- Ya vuelves con lo tuyo...
- Sólo lo justito -dijo Sonia mientras guiñaba un ojo al que estaba a la derecha de Adela.
- ¡Silencio, por favor!

Con esta atronadora voz, el profesor de física hizo acto de presencia en la puerta. El chándal que llevaba no pasó desapercibido pues de un silencio tajante fue saliendo un pequeño pero constante murmullo.

- Como bien sabréis, ayer hicisteis un pésimo esfuerzo por caerme bien.

El murmullo continuaba.

- A mí me da igual, la verdad. Sois vosotros quienes os vais a encontrar con la vida de frente. Si no os tomáis en serio los estudios ahora, más adelante nadie os sacará las castañas del fuego.

Entre el murmullo se podía escuchar algo como "está loco", "pero, ¿qué dice?" o "ya está éste dándonos la turra".

- Así que mi decisión final ha sido...

De repente se cortó el murmullo y la clase se sumió en un inquietante y misterioso silencio.

- ... daros una semana más para preparar el examen real.
- ¡Ey, tú!

Los alumnos no sabían si decir algo sobre lo que el profesor les acababa de mencionar o mirar directamente a la puerta y ver estupefactos a Sergio, plantado ahí y gritando con la mano en alto.

- ¡Ahora sí que te has pasado, profesorzucho!

.. continuará ...

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