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sábado, 15 de octubre de 2016

Incierto final nº 12


12- El nuevo

15 de Octubre de 2016


Ahora...

- Chicas y chicos, tengo una sorprendente noticia que daros.

Ahí estaba el profesor, plantado delante de los alumnos y con una mueca rebelde.

- Por favor, puedes entrar -dijo alargando el brazo.

Todos miraron hacia la puerta y en cuestión de segundos una figura atravesó el dintel. Se dirigió hacia el profesor con la cabeza bien alta y sin mirar a los alumnos, un aire de chulo en su mirada.

- Chicas y chicos, éste es Emilio.

El silencio de los alumnos se convirtió en rumor y podía adivinarse una pregunta común: "¿Y quién es ése?".

Adela sintió que lo conocía pero no sabía de dónde. Así mismo, Sonia empezaba a relamerse al ver su trasero bien formado.

- ¿Has visto qué culito?
- Calla, que nos van a oír.
- Pero si todos están murmurando..
- Pero nadie habla de su culo.
- Mira que eres remilgada...
- A ver, clase, por favor...

Poco a poco el rumor de los alumnos se convirtió en silencio, los ojos a la expectativa.

- Bien. Os presento a vuestro nuevo compañero, Emilio. Es un estudiante muy aplicado y de matrícula así que ya os podéis ir poniendo las pilas.

Nuevamente despertó el rumor y, prestando atención, bien podía oírse:

- Ya tenemos al listillo de la clase...
- Pues ya me ha jodido, el "matrículas"...
- Mira qué pinta de chulo se trae...
- Pues tiene buen culito...

Dando un golpe de tacón, el profesor indicó silencio en la clase.

- Bueno, Emilio, puedes sentarte ahí.

Adela miró al asiento vacío de su izquierda, volvió a mirar a Emilio y pensó:

- ¡Mierda!

Sonia no apartó los ojos de Emilio hasta que se sentó. Aun así, con indiscreto disimulo, se echó hacia atrás y se apoyó en la espalda de Adela.

- ¿Qué haces?
- ¡Calla, que no se ha enterado todavía!
- ¡Chicas, por favor!

De un salto Sonia se sentó bien y Adela se puso firme como un soldado.

- Bueno, aquí tenéis el resultado de vuestros exámenes.

El profesor fue recorriendo la clase y dejando los exámenes alumno por alumno. Algunos, como tirando de una campana imaginaria, celebraban su aprobado; otros, resoplando, veían un suspenso más grande que ellos mismos. Cuando el examen de Adela cayó frente a ella, sus ojos se desorbitaron a la par que decía:

- ¿Suspenso? ¡No puede ser!

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