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25 de Diciembre de 2014
Paco se levanta todos los días con una incontrolable furia contra el mundo. Exasperadamente se mira al espejo y, odiando su reflejo, lo rompe.
Una pequeña humareda le indica que se le queman las tostadas y, en un acto enérgico, arroja la tostadora por la ventana, rompiendo el cristal pues está cerrada.
Después de prepararse, sale del garaje comunitario hacia su trabajo y, por el camino, impreca a todo el mundo y no cesa su constante toque de bocina, en ocasiones hasta manteniéndola ratos largos.
Llega a su puesto de trabajo y lo más bonito que ha hecho nunca por los compañeros es una simple mueca de desprecio y fue a una puerta que no abría bien. Quizá el puñetazo que le propinó tuvo algo que ver.
Tras largas horas finaliza el día y Paco se prepara una ensalada, con tan mala suerte que se le cae al suelo. Con rabia, da un puntapié al mueble del pasillo, cae la escopeta que en él guarda y le dispara directo al pecho.
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