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sábado, 16 de mayo de 2015

Novela en capítulos cortos nº 17

15 de Mayo de 2015

- CAPÍTULO DECIMOSÉPTIMO -


-1-

No podía imaginarme porqué lo había dicho. Simplemente pasó. Pero lo más extraño es que nunca desconfié de él.

Me dirigí raudo y veloz a la oficina del fiscal a realizar los pasos necesarios para defender a Nacho y dar la verdadera identidad del asesino. Sabía que aquella colilla no era normal pero tardé bastante en relacionarla con él.

Ahora sé seguro que fue él.

Por la esquina apareció Euli.

- Hola.
- ¿Qué te pasa, Euli?
- Nada, voy de compras.
- ¿Tú de compras a estas horas? Euli, nos conocemos. Dime qué te pasa.
- ¡Es él! –dijo sollozando.
- ¿Cómo…?
- Lo sé porque siempre hablaba de ti. Nunca dejaba de mencionar a su amigo el abogado. Y, cuando me llevó al bufete me di cuenta que algo pasaba, pues ya había estado contigo allí.
- Eso no tiene nada que ver con si era yo el abogado o no.
- Pero sí tenía que ver pues tú también lo mencionabas. Claro, como un médico no puede cometer un asesinato sin pensarlo, todo lo calculan, pues no caí en la cuenta. Pero si de verdad quería que fuera nacho el culpable, ¿para qué puso una colilla cerca del cadáver?
- Porque nacho fuma. Y yo fumo. Y la mayoría.
- Pero no era la misma marca de tabaco.
- Tampoco tiene que ver. Nacho fuma varias marcas de tabaco. –me puse interesante- Yo me fijé en el filtro. Estaba como si lo hubiera fumado alguien por primera vez. Me refiero al supuesto fumador. Tenía señales de extracción por los cuales podrían haber simulado el hecho de fumar. Los médicos tienen esos extractores. Lo demás viene cantado.
- Pero no me imaginaba yo algo así. Siempre me llamaba, aunque yo le hacía creer que estaba casada.
- Pero, en verdad, no era así. –cambié el rumbo de la conversación- Oye, aquí hay un sitio que conozco, es bastante acogedor. ¿Qué tal si vamos y hablamos un poco de nosotros? Desde la última reunión apenas he hablado contigo.
- Bueno, pero con una condición.
- ¿Cuál?
- Que me invites caballerosamente.
- Entonces, ¿desearía usted, señorita, acompañarme a reflexionar sobre los últimos acontecimientos tomando, digamos, una infusión para calmar los posibles nervios, en compañía de mí, humilde servidor de usted?
- Acepto encantada. –dijo con una sonrisa.

Y entramos en la cafetería que le indiqué. El camarero, que estaba hablando por teléfono, lo dejó descolgado al vernos y nos atendió la mar de dispuesto. Esta vez nos ofreció un sitio de lo más resguardado. No quería que nadie nos viese mientras hablábamos y, por la mañana, en los periódicos, aparecieran grandes titulares como “Abogado se oculta en cita de negocios” o “Abogado y novelista, juntos en un café”. La publicidad ya vendría cuando se necesitara.

- ¿Qué van a tomar?
- Ponme un café bien cargado y a la señorita lo que guste.
- Muy bien. Por cierto, una mujer dice que es su secretaria y le requiere por teléfono. Puede cerrar la puerta para mayor privacidad.
- Gracias.

Mientras Euli pedía, me dirigí a la cabina y me encontré que mi secretaria me estaba dando información del caso que yo ya sabía de antemano, pero le dejé creer que era novedad para mí.

Tras colgar el teléfono, volví a mi asiento y nos dispusimos a hablar cuando de repente se me ocurrió ir a hacer una visita a mi teniente favorito.


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